¿Por qué mi gato me muerde cada vez que intento tocarlo? Esa es una pregunta que más de uno y más de dos se formulará si convive con un peludo. Sin duda, es un comportamiento que no agrada a nadie, ya que los dientes de este animal son capaces de hacer mucho daño, especialmente si tienes la piel más bien fina y desprotegida, como los humanos.
Pero antes que enfadarnos y reaccionar de manera inadecuada con el felino que tenemos en casa, es muy importante preguntarse por qué lo hace y cómo podemos solucionar el problema.
Juego con las manos
Son varias las causas que llevan a un gato a morder »sin previo aviso». La primera, y una de las más comunes, es el hecho de haber estado jugando con las manos con él cuando era un gatito. Durante su más tierna infancia pensamos que, bueno, que es incluso gracioso que muerda, pero una vez que crece ya no es lo mismo.
Por esto, primero hay que evitar jugar con las manos, pero si ya ha aprendido a hacerlo, debemos de enseñarle a que estas no son juguetes. ¿Cómo? Con paciencia y constancia, simplemente dejando de jugar en cuanto tenga intención de mordernos, y utilizando siempre un objeto (peluche, palo con un trozo de cuerda atada en un extremo, o cualquier otro juguete) específico para gatos.
Se adoptó demasiado joven
Otro de los motivos es el haberlo separado demasiado pronto de su madre. En muchos de mis artículos podrás leer que aconsejo separarlo, como mínimo, a los dos meses, nunca antes, pero hay quien te dirá a los 3 meses… lo cual es lógico. El gatito desde los dos hasta los tres meses pasa un periodo »sensible» en el que debe aprender a controlar la intensidad de la mordida, a respetar los límites que le ponen tanto su madre como sus hermanos,… en definitiva, a ser un gato equilibrado.
Si lo llevamos a casa demasiado pronto, las probabilidades de que tenga problemas de comportamiento son altas.
Siente dolor
El dolor en alguna parte de su cuerpo es otra de las causas. Si cada vez que le tocamos por una zona en concreto y reacciona mordiéndonos, sin duda una visita al veterinario (o pedir que venga él a verlo a casa si atiende consultas a domicilio) es obligatoria.
Lenguaje corporal ignorado
Por último, otro de los motivos es que no hayamos prestado atención a su lenguaje corporal. Un gato que no quiere ser acariciado no se acercará a nosotros pidiéndonos mimos, ni se frotará contra las piernas ni brazos, ni nada. De hecho, lo normal es que se quede tranquilo en un lado, mirando lo que pasa a su alrededor.
Pero si ignoramos sus señales (pupilas dilatadas, orejas hacia atrás, movimientos más o menos rápidos de la punta de la cola, gruñidos/bufidos), nos terminará mordiendo.
Espero que te haya sido de utilidad.
Sé el primero en comentar