La naturaleza quiso que todos los felinos, incluyendo los gatos, tuviesen uñas. Son una parte fundamental del gato, ya que sin ellas, viviendo en estado salvaje, estaría perdido. Por supuesto, en la protección del hogar a poco le tiene que temer, pero aún así… se sigue comportando como lo que es: un depredador; es decir, que sigue usando sus uñas para marcar su territorio, para jugar y, si se presenta la ocasión, también para pelear.
A las personas no nos gusta mucho que el animal arañe los muebles, ni mucho menos a nosotros mismos o a los niños, pero ¿es motivo suficiente para quitárselas? ¿Qué es la desungulación?
Yo siempre digo que, si poseen uñas, cola, orejas y el cuerpo que tienen, por algo es. No sobra ni falta nada. Cuando el gato pasa a vivir con nosotros, una de las primeras cosas que tenemos que enseñarle es a no arañar, a nadie, deteniendo el juego cada vez que lo haga. Para afilarse sus uñas debe tener, además, uno o varios rascadores, y para evitar que las use con los muebles, podemos usar productos repelentes de gatos o, incluso, Feliway o similares.
¿Qué es la desungulación?
Imagen – Pro-Vegan
La desungulación consiste en amputar la última falange del dedo del gato bajo anestesia general. Es decir, no le están quitando sólo lo que es la uña, sino también parte del dedo. Los problemas derivados de esta intervención son muchos y muy variados, entre ellos destacamos:
- Dolor
- Ya no podrá defenderse ni arrascarse más
- Tendrá que aprender a caminar sin uñas
Los gatos necesitan sus uñas para prácticamente todo. Nada más despertarse, las clava en el rascador o en una alfombra, tira haciendo fuerza contra la resistencia de las uñas para estimular y tonificar la parte superior del cuerpo. Sin ellas, tendrá que ingeniárselas para poder hacerlo de nuevo.
¿Vale la pena amputarle las uñas? En mi opinión, no. La desungulación es una operación que, de hecho, ya está prohibida en muchos países, como Inglaterra, Nueva Zelanda o Australia.