Los gatos, al igual que muchos otros mamíferos, poseen unos sacos anales ubicados a cada lado de su ano, generalmente en las posiciones de las agujas del reloj de las 4 y las 8. Estos sacos contienen un líquido de olor muy fuerte que, en la mayoría de los casos, se expulsa de manera natural al defecar o al realizar ejercicio. Se cree que estos fluidos eran usados por sus antepasados para marcar territorio o como defensa contra enemigos. Aunque hoy en día suelen cumplir un papel mucho menos relevante que en otras especies, los gatos domésticos también poseen estas glándulas.
¿Cómo afectan los problemas en los sacos anales a los gatos?
Aunque la mayoría de los gatos expulsan los líquidos de los sacos anales sin mayores inconvenientes, en ciertas ocasiones estos fluidos pueden acumularse, lo que puede resultar en problemas de salud. Cuando esto sucede, una de las primeras señales es que el gato arrastrará su trasero por el suelo de manera repetida, como si tuviera parásitos. Este comportamiento, conocido como «trineo», es uno de los primeros indicios de que los sacos anales no están funcionando correctamente.
La acumulación de fluidos en los sacos anales puede provocar una infección. Si esto ocurre, verás que el gato se lame incansablemente la zona del ano, acompañado de enrojecimiento y dolor evidente. En casos graves, la infección puede generar un absceso que, al romperse, liberará un líquido sangriento o marrón amarillento. Esta condición puede llevar a la formación de fístulas, pequeñas heridas en el ano que no cicatrizan correctamente. Además de esto, el gato puede desarrollar una gran inflamación en la zona afectada, lo que le ocasionará dolor intenso al defecar.
Infecciones en las glándulas anales
Las infecciones en las glándulas anales son complicaciones relativamente comunes cuando no se vacían adecuadamente. Pueden aparecer como consecuencia de otros factores que afectan al sistema digestivo del gato, como la diarrea frecuente o el estreñimiento. En estos casos, las glándulas no liberan su contenido de manera natural, lo que provoca que el líquido se acumule y se espese, favoreciendo el desarrollo de bacterias.
Los signos clínicos de infección incluyen frotar la parte trasera contra el suelo, lamer compulsivamente el área anal, defecar con esfuerzo y la aparición de hinchazón, dolor o incluso sangrado en la zona del ano. Si tu gato comienza a mostrar alguno de estos síntomas, es importante acudir al veterinario de inmediato para evitar complicaciones mayores, como la aparición de abscesos o fístulas.
Complicaciones más graves: abscesos y tumores
Uno de los problemas más graves que pueden aparecer en relación a los sacos anales es la formación de abscesos. Estos abscesos son acumulaciones de pus que se forman cuando la infección está muy avanzada. En algunos casos, los abscesos pueden fistulizar, es decir, abrirse y liberar el pus al exterior, lo que puede generar una herida abierta en el área perianal.
Los abscesos y fístulas requieren tratamiento médico y, en algunos casos, puede ser necesario un drenaje quirúrgico de la glándula afectada. El uso de antibióticos es también frecuente en estos casos para combatir la infección. Además, en situaciones graves o crónicas, puede ser necesario extirpar quirúrgicamente las glándulas anales.
Si no se tratan de manera adecuada, las complicaciones en las glándulas anales pueden llevar incluso al desarrollo de tumores, como los adenocarcinomas, un tipo de cáncer agresivo que a menudo se asocia con las glándulas anales. Aunque es raro en los gatos, la detección temprana de cualquier cambio en el comportamiento del animal es fundamental para evitar complicaciones.
Tratamiento: vaciado de los sacos anales
El tratamiento más común para las complicaciones en las glándulas anales es el vaciado manual de los sacos anales. Esto se realiza de manera directa aplicando presión sobre los sacos para expulsar el líquido acumulado. Aunque existe la opción de hacerlo en casa, es recomendable que el veterinario lo enseñe o lo lleve a cabo en su clínica para evitar dañar al animal o empeorar la situación.
En caso de infecciones severas, el veterinario podría recomendar el uso de antibióticos para combatir las bacterias que se forman dentro de los sacos. En abscesos, puede ser necesario realizar un drenaje quirúrgico para retirar el pus acumulado y reducir la inflamación.
Si los problemas se repiten con frecuencia o son graves, es posible que el veterinario sugiera la extirpación quirúrgica de las glándulas anales. Esta operación, conocida como saculectomía, es un procedimiento seguro para los gatos domésticos, ya que no necesitan sus sacos anales para la supervivencia diaria. Sin embargo, como cualquier cirugía, conlleva riesgos que deberán ser evaluados por el veterinario.
Prevención: dieta y cuidados
Para prevenir problemas en las glándulas anales, es importante cuidar la alimentación del gato. Una dieta rica en fibra puede facilitar que los sacos anales se vacíen naturalmente durante la defecación, reduciendo el riesgo de que se acumulen fluidos en ellos. Además, mantener un peso saludable y ofrecer oportunidades para que el gato realice ejercicio regular también puede ser beneficioso.
Una buena rutina de higiene también es importante. En casos de gatos mayores o con problemas recurrentes, el vaciado manual periódico puede ser una opción a considerar para evitar complicaciones. Del mismo modo, la visita regular al veterinario ayudará a detectar cualquier problema antes de que llegue a ser grave.
En última instancia, la clave para evitar complicaciones con las glándulas anales en los gatos está en la precaución, observación y cuidado continuo. Si se detecta a tiempo cualquier señal de incomodidad, el tratamiento será mucho más sencillo y menos invasivo.