¿Por qué hay que jugar con el gato? Esa es una pregunta que puede sorprender e intrigar al mismo tiempo; no en vano, durante muchísimo tiempo se nos ha dicho que el felino es un animal solitario, que prácticamente se cuida solo. La realidad, sin embargo, se impone al mito a medida que pasan los días y el peludo, aburrido, empieza a tener comportamientos no deseados, como arañar los muebles o »atacar» nuestros pies.
Y es que convivir con un gato es compartir la vida con un ser vivo que necesita una serie de atenciones, entre ellas las muestras de cariño y, por supuesto, también jugar.
Aunque obviamente no es lo mismo un niño que un gato, en lo referente al juego son muy similares. Un niño si se aburre, ¿qué hace? Exacto: hará lo imposible por llamar la atención de sus padres, y si no lo consigue »por las buenas», tendrá comportamientos que no gustarán, como tal vez gritar, desordenar sus juguetes, etc.
Y, un gato que se aburre, ¿qué hace? Tratará de llamar la atención de su cuidador: se acercará a él, se frotará contra su pierna, maullará, se subirá en su regazo. Si no consigue su propósito, entonces pueden pasar dos cosas: se quedará en un rincón aburrido esperando a »cazar» algo, o empezará a comportarse de una manera que no nos gustará, como morder o arañar cosas y/o personas.
El juego es muy importante para los gatos. A través de él se fortalece la relación humano-gato mientras que ambos se lo pasan bien. Además, el humano puede enseñarles a que hay cosas que no pueden hacer, como arañar o morder. Y eso por no hablar de que un felino sedentario será un animal que cogerá peso, lo cual a su vez le causará problemas de salud (diabetes, hipertensión, entre otros).
Así que ya sabes: si quieres que tu amigo sea feliz, no lo dudes. Dedica unas tres sesiones de unos 10-15 minutos cada una para jugar con él.
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