Polémica tras la muerte de un gato después de una cirugía: la denuncia de su dueña a la clínica veterinaria

  • Muerte de un gato tras una operación de urgencia en una clínica veterinaria de Toulouse.
  • La propietaria denuncia una serie de irregularidades y presunta negligencia profesional durante y después de la intervención.
  • Exigencia de pago previo y problemas de atención postoperatoria incrementaron la tensión del caso.
  • La afectada planea acciones legales y pide mayor responsabilidad en este tipo de situaciones críticas.

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La reciente muerte de un gato después de una intervención quirúrgica ha desatado un gran debate en la ciudad francesa de Toulouse tras la denuncia pública de su dueña sobre el trato recibido en la clínica veterinaria. Este incidente ha puesto en evidencia la importancia de protocolos rigurosos y la responsabilidad de los centros veterinarios en casos de emergencias médicas que afectan a mascotas.

La protagonista de esta historia es Kenza, una mujer de cuarenta años que jamás imaginó que la noche del 19 de junio terminaría marcada por la pérdida de su mascota y la percepción de una gestión médica inadecuada. Todo comenzó cuando, al volver a casa, descubrió que su gato, Mu’iz, apenas de un año, se encontraba en estado crítico tras una caída desde el tercer piso. Su hijo le explicó, entre lágrimas, que el desafortunado accidente había puesto en riesgo la vida del animal.

Los hechos que desencadenaron la tragedia

Aturdida pero decidida a salvar la vida del gato, Kenza no perdió ni un segundo: preparó una camilla improvisada y condujo rápidamente a la clínica veterinaria más cercana. Sin embargo, al llegar, se topó con una barrera inesperada. El equipo de la clínica reclamó el pago adelantado de la intervención, que ascendía a 900 euros. Incapaz de reunir la suma total en ese momento, logró negociar un primer abono y se comprometió a entregar el resto en breve, lo que finalmente permitió que Mu’iz fuera operado.

La cirugía parecía haber sido un éxito. Según los veterinarios, el gato había perdido casi la mitad de su sangre por una grave hemorragia interna debido a la rotura del bazo. Sin embargo, la recuperación no se desarrolló como se esperaba. Al día siguiente, la familia fue requerida para recoger al animal menos de 24 horas después de la operación, a pesar de que el gato seguía mostrando heridas importantes y necesitaba, según Kenza, vigilancia constante.

Un postoperatorio lleno de complicaciones

La pesadilla no había hecho más que empezar. Poco después de llegar a casa, el gato sufrió una hemorragia severa y Kenza tuvo que devolverlo urgentemente a la clínica. De manera insólita, la persona de guardia, que se encontraba sola, le pidió que la ayudara en una segunda operación de urgencia. Kenza, en estado de shock pero sin muchas opciones, tuvo que colaborar directamente en la intervención de su propio animal, sin conocimientos veterinarios, siguiendo las instrucciones de la profesional.

Durante el procedimiento, la propietaria vivió momentos de desamparo e incertidumbre. Observó cómo la veterinaria cometía errores básicos y tuvo que consultarle incluso sobre detalles médicos previos, lo que aumentó su angustia y desconfianza. La situación empeoró cuando, sin apoyo suficiente, la intervención se prolongó y el estado del gato se volvió irreversible.

Reacciones y conflicto con la clínica veterinaria

Al día siguiente, Kenza recibió la noticia que temía: Mu’iz había fallecido. Las complicaciones no se detuvieron allí. Cuando solicitó el cuerpo de su mascota para despedirse, desde la clínica le exigieron el pago completo de la factura, a pesar del resultado negativo. Tras negarse inicialmente, la propietaria logró pactar el pago solo del material gastado y el resto quedó pendiente.

El dolor y la indignación de Kenza la han llevado a anunciar acciones legales por lo que considera una negligencia grave. Desde su perspectiva, la clínica priorizó sus intereses económicos por encima del bienestar y la salud del animal en una emergencia, y hubo irregularidades en la atención postoperatoria.

La dirección de la clínica justifica la exigencia de pago previo argumentando que tienen muchas facturas impagadas y que los protocolos que aplican son adecuados. No obstante, la familia de la mascota sostiene que en situaciones críticas, la prioridad debe ser siempre la salud del animal y no la burocracia ni lo económico.

La necesidad de profesionalidad y empatía en situaciones límite

La muerte de Mu’iz ha reabierto el debate sobre la responsabilidad de los centros veterinarios en situaciones críticas. Para Kenza, la experiencia representó no solo la pérdida de un ser querido, sino también una sensación de haber sido víctima de falta de profesionalidad y empatía. Su testimonio subraya la importancia de brindar una atención adecuada y humana en momentos tan delicados. Para ampliar información sobre cómo actuar en emergencias, puede consultar reacciones ante el duelo en gatos.

Casos como este ponen de manifiesto lo esencial que resulta contar con protocolos claros y responsables en la atención veterinaria, sobre todo cuando se trata de intervenciones de alto riesgo. Muchas familias en circunstancias similares piden mayor sensibilidad y flexibilidad por parte de las clínicas, recordando que el bienestar del animal debe ser siempre la prioridad.

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