Mudanza con gatos. Una decisión de lo más acertada, pero que a ellos no les va a gustar mucho. No, no, no me refiero a que no quieran ir contigo, sino que no les va a hacer mucha gracia tener que cambiar de hogar. Estos animales y los cambios no se llevan demasiado bien, de hecho, pueden llegar a sentirse tristes tan sólo por haber cambiado el sofá de sitio.
Les gusta tenerlo todo controlado y una mudanza… Bueno, una mudanza es algo que no controlan. Los humanos pueden estar estresados, y eso lo notarán los peludos quienes no sabrán dónde meterse ni qué hacer para que esa situación cambie y todo vuelva a la normalidad. ¿Cómo ayudarles?
Lo más importante es mantenerlos en una habitación de lo que hasta ahora era nuestra casa lo más alejada posible de los ruidos. En ella tienen que tener sus camas, sus comederos, y también sus bandejas higiénicas. Así, ellos se sentirán tranquilos, y la mudanza será más fácil para nosotros ya que no tendremos que preocuparnos por la seguridad de nuestros amigos al haberlos dejado ya en una habitación segura.
Aunque estemos muy ocupados, es muy recomendable darles los mismos mimos de siempre para que no se sientan extrañados. Por este motivo, si la mudanza va a durar más de un día lo último que tiene que salir de casa es la cama para que podamos dormir con ellos. Pero, ojo, sólo si no estamos muy estresados pues de lo contrario podríamos »contagiarles» nuestro estado de ánimo a los felinos, empeorando la situación.
La mudanza ha de ser lo más rápida y durar lo menos posible. Cuanto antes hayamos trasladado todo a la nueva casa, mejor para los gatos. Una vez que lo tengamos todo (o casi) colocado, entonces podremos llevarlos a lo que será nuestro nuevo hogar, introduciéndolos con suavidad en el transportín. Si hacemos movimientos bruscos, o si los introducimos de manera violenta o agresiva, los animales asociarán la nueva casa con algo negativo, por lo que tendrán muchas dificultades para adaptarse.
Durante los primeros días en el nuevo hogar, es aconsejable tenerlos en una habitación hasta que muestren interés por lo que es su nueva casa, lo cual suele ocurrir pronto, a los 2-3 días. En una semana, tras haber explorado todo, se sentirán mucho mejor
Preparativos que reducen el estrés y riesgos en el embalaje
Planifica con antelación: define una habitación refugio con comida, agua, arenero, rascador y juguetes, y acostumbra allí al gato días antes. Mantén rutinas de comida y juego. Si prevés mucho ajetreo, valora dejarlo con alguien de confianza o en residencia felina previamente visitada.
Seguridad durante el empaquetado: evita dejar objetos afilados al alcance (agujas, utensilios de costura, cristales o espejos apoyados). Cierra bien las cajas. Si hay balcón o ventanas oscilobatientes, instala redes y protectores antes de la llegada.
Transportín: déjalo abierto días antes con manta conocida y premios para asociarlo a algo positivo. El día de la mudanza usa spray de feromonas dentro y espera unos 15 minutos antes de introducir al gato.
Identificación: actualiza datos del microchip con tu nueva dirección y ten un colgante con teléfono/dirección. Un localizador GPS puede aportar seguridad adicional.

El día de la mudanza: cómo organizarte
Habitación con cartel: mantén al gato en su cuarto con la puerta cerrada y un aviso de “No molestar”. El gato debe ser lo último en salir de la casa antigua y lo primero en entrar en su habitación refugio de la nueva.
Comida y viaje: ofrece solo una ración ligera antes de salir para evitar mareos, lleva agua y premios. Asegura el transportín con cinturón para que no se desplace.
Mantén la calma y evita forzarlo si se esconde; usa premios o juego para invitarlo a salir. Si el trayecto es largo o hay mareo severo, consulta al veterinario sobre antieméticos o ansiolíticos; nunca mediques por tu cuenta.

Llegada a la nueva casa y primeras semanas
Base segura: instala su habitación con recursos, una zona alta de descanso y difusor de feromonas. Coloca mantas y muebles conocidos para aportar familiaridad. Limpia bien si hubo otros gatos, especialmente a la altura de la cabeza, para eliminar marcajes previos.
Exploración gradual: abre la casa poco a poco. Asegura que siempre pueda regresar a su refugio. Si es sociable avanzará antes; si es tímido, necesitará más tiempo.
Gatos de exterior: espera al menos dos semanas (o hasta verlo seguro) antes de permitir salidas. Realiza salidas acompañadas al principio, ofrece comida al volver y marca perímetros con un poco de arena usada para orientar y avisar a gatos vecinos.
Convivencia con otros gatos: intercambia olores con mantas, presenta de forma progresiva y supervisada, con refuerzos calmados. Evita enfrentamientos directos y ofrece recursos duplicados (comederos, areneros, rascadores) en distintas zonas.

Cuándo pedir ayuda y señales de alerta
Observa posibles cambios de comportamiento: pérdida de apetito, apatía, miedo intenso, agresividad o higiene alterada. Mantén rutinas, juego diario y entornos enriquecidos; si los signos son marcados o persisten, consulta al veterinario. Las feromonas y, en casos seleccionados, suplementos calmantes pueden apoyar el proceso bajo consejo profesional.
Con una buena planificación, seguridad ambiental y respetando los tiempos del felino, la transición se vuelve más llevadera: tu gato recuperará su bienestar y hará suyo el nuevo hogar sin prisas, con confianza y a su propio ritmo.