Micoplasma felino: síntomas, contagio, diagnóstico, tratamiento y prevención

  • La micoplasmosis hemotrópica causa anemia al adherirse a los glóbulos rojos; la PCR en sangre es la prueba de referencia.
  • Tratamiento principal con doxiciclina 2-6 semanas; esteroides y transfusión si hay hemólisis/anemia grave.
  • Prevención basada en control estricto de pulgas, reducción de peleas y cribado de donantes sanguíneos.
  • Algunos gatos quedan portadores y pueden recaer con estrés; el seguimiento veterinario es esencial.

Micoplasma felino en gatos

Hay enfermedades que pueden causar serios problemas a nuestro gato, tales como el PIF, o la micoplasma felina. A ésta última se la llama también anemia infecciosa felina o micoplasmosis hemotrópica felina, y puede resultar fatal si no se trata.

Por ello, te voy a decir cuáles son sus síntomas y su tratamiento, además de cómo se contagia, cómo se diagnostica (incluida la PCR) y qué medidas ayudan a prevenirla, para que de este modo tu amigo pueda recuperarse lo antes posible.

¿Qué es la micoplasma felina?

Se trata de una enfermedad causada por la bacteria Mycoplasma haemofelis (antes Hemobartonella felis). Este microorganismo se adhiere a las células rojas de la sangre del gato y el sistema inmunitario crea anticuerpos para atacarlas. Una vez que dichas células están recubiertas por los anticuerpos, se destruyen. El problema es que, si son muchas las células infectadas, al eliminarse provocan anemia al gato. Los micoplasmas carecen de pared celular, por lo que algunos antibióticos como las penicilinas no son eficaces; esto explica por qué el tratamiento debe elegirse cuidadosamente.

Es importante diferenciar los micoplasmas hemotrópicos (que parasitan glóbulos rojos y causan anemia) de los micoplasmas respiratorios (asociados a cuadros de vías aéreas). Aquí nos centramos en los hemotrópicos, especialmente en M. haemofelis, la especie más patógena. Algunos gatos pueden quedar como portadores crónicos y sufrir recaídas en momentos de estrés o inmunosupresión.

¿Cómo se infecta?

Estas bacterias pueden encontrarse en las pulgas y en los mosquitos (y potencialmente otras garrapatas), por lo que, cuando estos insectos pican al gato, los micoplasmas entran en el organismo, infectándolo. Además, un gato infectado puede transmitir la enfermedad a otro si le hace una herida durante peleas (mordeduras o arañazos). También se ha descrito la transmisión transplacentaria (de madre a crías) y a través de transfusiones de sangre de donantes portadores.

En entornos con alta densidad (refugios, colonias o casas con varios gatos) la propagación es más fácil si no se controla la infestación por pulgas. Por su parte, los micoplasmas respiratorios pueden transmitirse por gotitas o contacto cercano, pero no son el foco de esta enfermedad hemotrópica. En cuanto al riesgo para personas, la evidencia disponible indica que no se considera una zoonosis relevante en condiciones habituales de convivencia con gatos.

¿Cuáles son sus síntomas?

Un gato infectado puede tardar varias semanas en mostrar algún síntoma, por lo que hay que estar muy atentos ante cualquier cambio en su comportamiento. Una vez que la enfermedad está avanzada, puede tener los síntomas propios de la anemia: cansancio, color pálido de encías y mucosas, pérdida de apetito y de peso, apatía. Además, son frecuentes otros signos que ayudan al veterinario a sospechar micoplasmosis:

  • Fiebre en picos (ciclos de parasitemia) y letargo marcado.
  • Taquipnea o respiración rápida; en cuadros severos puede aparecer ictericia.
  • Esplenomegalia (bazo aumentado) y ganglios linfáticos agrandados.
  • Conductas inusuales como pica (ingerir objetos no alimenticios) en algunos casos.

Co-infecciones con FeLV o FIV y estados de estrés o enfermedades crónicas pueden agravar la clínica o precipitar recaídas.

¿Cómo se trata?

En cuanto veamos que el gato no se encuentra bien, debemos llevarlo urgentemente al veterinario. Una vez allí, le harán análisis para poder diagnosticar la enfermedad y valorar su gravedad. El hemograma permite comprobar el grado de anemia y la bioquímica detecta bilirrubina elevada u otros cambios. La prueba de referencia para confirmar la infección es la PCR sobre sangre (EDTA), con alta sensibilidad y especificidad. El extendido de sangre puede mostrar organismos adheridos a eritrocitos, pero su sensibilidad es baja y varía con la parasitemia. Las serologías tardan en positivizar y no siempre identifican la especie implicada.

El tratamiento se basa en antibióticos efectivos frente a micoplasmas (habitualmente doxiciclina) durante 2 a 6 semanas, ajustando duración según respuesta clínica y pruebas de control. En casos seleccionados pueden usarse fluoroquinolonas bajo criterio veterinario. Se añaden esteroides para disminuir la destrucción inmunomediada de eritrocitos cuando hay hemólisis significativa. No se deben usar por cuenta propia analgésicos ni antibióticos humanos; la automedicación puede ser peligrosa.

La transfusión de sangre puede ser necesaria en anemia grave. Muchos pacientes se manejan de forma ambulatoria con cuidados de soporte (hidratación, nutrición palatable, control del estrés), reservando la hospitalización para cuadros severos o gatos con inmunidad comprometida. Completar el ciclo prescrito y los controles es clave para evitar recaídas.

Tratamiento del micoplasma felino

¿Se puede prevenir?

Sí, aunque no al 100%. Pero se disminuye mucho el riesgo de infección si se mantiene al gato protegido contra pulgas y garrapatas, ya sea con pipetas, collares o sprays antiparasitarios. Además, conviene:

  • Realizar revisiones veterinarias periódicas, especialmente si el gato sale al exterior.
  • Mantener al gato en interiores o reducir las salidas para evitar peleas y mordeduras.
  • Esterilizar para disminuir conductas de vagabundeo y enfrentamientos.
  • Controlar el estrés y ofrecer buena nutrición e hidratación para apoyar el sistema inmune.
  • En transfusiones, exigir donantes cribados mediante PCR frente a hemoplasmas.

En hogares con varios gatos, durante el tratamiento se recomienda reforzar la higiene, controlar ectoparásitos de todos los animales y, si el veterinario lo indica, limitar el contacto cercano para evitar lesiones por juego o peleas mientras se resuelve la infección.

El gato es un animal que, por lo general, goza de muy buena salud. Pero hay que observarlo a diario para detectar cualquier problema a tiempo. Si sospechas micoplasmosis por decaimiento, mucosas pálidas o fiebre, busca atención veterinaria sin demora: con un diagnóstico temprano, tratamiento antibiótico adecuado y control antiparasitario sostenido, la mayoría de los gatos se recuperan y vuelven a su rutina con buena calidad de vida.