Los gatos están hechos para cazar, algo que hacen siempre que tienen ocasión, ya sea durante las sesiones de juego, o cuando se les deja salir a dar una vuelta. Pero, ¿por qué traen animales muertos a casa? No es un comportamiento nada agradable, sobretodo cuando su presa aún está viva, pero todos los que convivimos con un felino al que le gusta salir, tenemos que tratar de sobrellevar esta situación de la mejor manera que podamos pues, lamentablemente, no es algo que se pueda impedir.
Ni siquiera si nos aseguramos de que se vaya con el estómago lleno podremos hacer nada, excepto permanecer tranquilos. Es un comportamiento natural de ellos, y contra eso poco se puede hacer.
La escena puede ser bastante incómoda: abres la puerta, tu gato entra, y lo primero que hace es sentarse delante de ti con un animal entre sus fauces. Cuando no, lo deja suelto para »jugar» con él. Y todo mientras no dejas de pensar en que te gastas un dineral en la mejor comida, y aún así, se dedica a cazar y te trae sus víctimas a casa. ¿Por qué?
Bueno, para hallar la respuesta a esa pregunta, podemos observar a una familia de leones. Sabemos que las leonas son las que cazan para la familia. Una vez que matan a su presa, se la llevan al líder del grupo, que en este caso es el león más fuerte. Con los gatos domésticos sucede algo similar. Pero, ojo, no nos ven como líderes fuertes, sino más bien como líderes que, como no tienen habilidades para cazar, ellos -los gatos- se encargan de que no pasemos hambre mientras nos enseñan cómo hacerlo (tal y como hacen las gatas con sus crías), lo cual se podría interpretar como una señal de afecto.
Así pues, las gatas esterilizadas suelen ser las que más animales muertos traen, ya que al no tener descendencia, necesitan transmitirle a alguien -su humano- los conocimientos de caza. Es algo que llevan inscrito en los genes, desde sus orígenes. Y contra ellos, mejor no hacer nada, sólo una cosa: deshacerse del animal muerto sin que el gato te vea. Los gritos, la tensión, y demás, no son apropiados. Hay que pensar que ellos sólo están haciendo lo su instinto les dicta, que no es otro que enseñar a cazar.