Hay momentos durante la convivencia con nuestro amigo en los que tendremos que preocuparnos por él, mucho más de lo que ya lo hacemos. Puede que un día esté bien, jugando, corriendo por toda la casa, y que a la mañana siguiente tenga problemas para respirar y no quiera comer absolutamente nada.
¿Qué es lo que le puede estar pasando? Uno de los posibles motivos por los cuales se encuentra tan mal es que tenga una hernia diafragmática. Veamos qué es y cómo se trata.
¿Qué es una hernia diafragmática?
La hernia diafragmática es un problema muy serio. Ocurre a menudo tras un fuerte golpe, cuando el diafragma se rompe y las tripas (estómago, intestinos, bazo, hígado) ‘suben’, acercándose a los pulmones e impidiendo al animal respirar correctamente. También puede tenerla de nacimiento, por lo que no está de más hacerle una radiografía al gatito para comprobar su estado de salud; como otros tipos de hernia, por ejemplo la hernia umbilical. En medicina felina, este defecto permite el paso de vísceras abdominales al tórax por el gradiente de presión negativa intratorácica, comprimiendo pulmones y alterando el retorno venoso al corazón.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más comunes son:
- Problemas para respirar (disnea), de modo que tiene la boca ligeramente abierta. Al respirar, su barriga se ‘hincha’ y se ‘desinfla’ más de lo que sería normal.
- Pérdida de apetito, por el dolor o las molestias que siente. Come muy poco y casi sin ganas.
- Pérdida de peso, que se va acentuando a medida que pasa el tiempo.
- Si es un gato en fase de crecimiento, deja de crecer.
- Apatía, tristeza.
- Taquipnea (respira muy rápido) y patrón respiratorio abdominalizado.
- Cianosis de las encías en casos graves (coloración azulada por falta de oxígeno).
- Vómitos o arcadas, especialmente si el estómago se desplaza.
- Sonidos pulmonares disminuidos o ausentes a un lado del tórax.
- Abdomen retraído o doloroso y, en traumas agudos, signos de shock.
- Algunos gatos pueden estar poco sintomáticos durante días o semanas si la hernia es parcial o crónica.
Causas y fisiopatología clave
- Traumática (adquirida): atropellos, caídas desde altura (síndrome del gato paracaidista), golpes toracoabdominales. La fuerza rompe el diafragma y las vísceras migran al tórax, comprimiendo pulmones y comprometiendo la función cardiovascular.
- Congénita (rara): incluye la hernia peritoneopericárdica, donde existe comunicación con el pericardio; puede coexistir con otras malformaciones esternales o cardiacas.
La hernia puede manifestarse de inmediato o horas/días después del trauma, por lo que mantener un alto índice de sospecha tras cualquier accidente es decisivo.
¿Y su diagnóstico?
Una vez en la clínica o en el hospital veterinarios, lo que le van a hacer al gato es tomarle la temperatura, comprobar cómo respira, y finalmente le harán una o varias radiografías que serán las que ayuden al profesional a hacer el diagnóstico. Además, el veterinario valora la oxigenación, la perfusión y realiza una auscultación cuidadosa. Las radiografías torácicas muestran vísceras abdominales en la cavidad torácica y pérdida de continuidad diafragmática. La ecografía toracoabdominal es muy útil para identificar hígado, bazo o asas intestinales herniadas, especialmente en gatos con disnea donde no conviene manipular para radiografiar. En casos crónicos o dudosos, una TC torácica delimita el tamaño del defecto y planifica mejor la cirugía. Analíticas y, si procede, gasometría ayudan a valorar el estado general.
¿Cómo se trata?
El único modo de salvar al animal es operándolo. Si tu gato tiene una hernia diafragmática, tu veterinario te recomendará hospitalizarlo para colocar los órganos en su sitio bajo anestesia general. Antes de entrar a quirófano, se prioriza la estabilización del paciente: oxigenoterapia (cámara o mascarilla), analgesia (p. ej., opioides de uso veterinario), fluidoterapia intravenosa con control de electrolitos, y antibióticos si hay riesgo de translocación bacteriana. Esta fase suele durar de 12 a 24 horas, salvo riesgo vital inmediato (torsión gástrica intratorácica, obstrucción intestinal).
Durante la cirugía se realiza una laparotomía media, se reducen cuidadosamente las vísceras a la cavidad abdominal y se repara el defecto diafragmático con suturas apropiadas. Al cierre, se efectúa toracocentesis para eliminar aire libre y restablecer la presión intratorácica. En hernias crónicas con adherencias, puede requerirse toracotomía.
El posoperatorio incluye hospitalización 24–48 h, oxígeno si hay hipoxia residual, control del dolor, posible uso de AINEs si no hay contraindicación renal/hepática, antibiótico de amplio espectro unos días, reposo estricto, collar isabelino, y curas de la herida. El retorno progresivo a la actividad se pauta por el veterinario.
¿Puede haber alguna complicación?
Todas las operaciones conllevan riesgos. Pero tras haber consultado a tres veterinarios, te puedo decir que si el gato está más o menos en su peso, las probabilidades de que mejore son muy altas, por lo que vale mucho la pena intentarlo. Potenciales complicaciones a vigilar son el neumotórax (gas residual en el tórax que dificulta la respiración), el edema de reexpansión pulmonar, sangrados, infecciones, o la presencia de adherencias en hernias crónicas que compliquen la reducción. El pronóstico mejora notablemente cuando el gato se estabiliza correctamente antes de la cirugía y no hay lesiones concomitantes graves.
Prevención y recomendaciones para tutores
- Control del entorno: colocar redes en ventanas y balcones, y evitar accesos a alturas peligrosas.
- Movilidad supervisada: limitar salidas sin control para reducir riesgo de atropellos.
- Esterilización temprana para disminuir conductas de fuga asociadas al celo.
- Revisiones veterinarias periódicas tras cualquier traumatismo, aunque el gato parezca estable.
Detectar y tratar a tiempo una hernia diafragmática es crucial: la combinación de alta sospecha clínica tras un trauma, pruebas de imagen adecuadas y cirugía meticulosa con estabilización previa ofrece tasas de éxito muy elevadas y permite que la mayoría de los gatos vuelvan a una vida normal.
¡Mucho ánimo!
