Es probable que hayas oído hablar de la rabia, una enfermedad contagiosa y muy peligrosa que, lamentablemente, aún no tiene cura. No es muy común en gatos, pero al poder contraerla ellos también es importante saber cómo les afecta y cuáles son los síntomas para tomar las medidas necesarias para que el animal y su familia humana estén lo mejor posible.
Sepamos si el gato transmite rabia y cómo actuar, tanto para prevenirla como una vez diagnosticada la enfermedad.
¿Qué es la rabia?
La rabia es una enfermedad infecciosa transmitida por un virus que afecta a todos los mamíferos, incluyendo perros, personas y gatos. Es muy grave, pues afecta al sistema nervioso central causando encefalitis aguda, y es además muy contagiosa: basta que un animal enfermo muerda a otro para contagiarlo ya que el virus está presente en la saliva y en las secreciones.
Una vez que el animal ha sido infectado, pasará por varias fases, que son:
- Incubación: es cuando el virus entra en el organismo y comienza a multiplicarse. Esta fase puede durar desde una semana a varios meses durante los cuales el animal enfermo no presenta síntomas.
- Período prodrómico: en esta fase se muestran los primeros síntomas. El enfermo empezará a tener vómitos, cansancio y cambios de humor durante 2 a 10 días.
- Fase de excitación o furiosa: el animal estará muy irritable, hasta el punto de que puede llegar a atacar.
- Fase paralítica: es la última fase. El animal tendrá parálisis generalizada, convulsiones, coma y morirá.
Síntomas de rabia en gatos
Los síntomas que pueden presentar los gatos enfermos son los siguientes:
- Babeo excesivo
- Irritabilidad
- Vómitos
- Convulsiones
- Hidrofobia (temor al agua)
- Pérdidas de apetito y de peso
- Fiebre
- Parálisis
- Cambios de comportamiento
Prevención
Lamentablemente, no podemos hablar de tratamiento ya que no existe ninguno. Lo único que se puede hacer es prevenir, administrándoles la vacuna antirrábica a los tres-cuatro meses y el refuerzo anual.
Se puede disminuir el riesgo de infección manteniendo a los animales dentro de casa, o evitando que salgan por la noche que es cuando los gatos se mantienen más activos.