Errores al criar un gato en casa

Gato mirando fijamente

Nos gustan los gatos y adoramos al que convive con nosotros, pero a veces cometemos errores que pueden impedir que el animal sea feliz. Y es que durante mucho tiempo se ha creído que eran muy ariscos, independientes, solitarios, o que incluso cuando hacían algo mal era porque querían ofender al humano.

Por suerte, poco a poco nos estamos dando cuenta de que hay formas mejores de tratarles. Aún así, pienso que es aún muy importante saber cuáles son los errores al criar un gato en casa. De este modo, vas a poder evitar cometerlos.

Separarlo de su madre cuando aún es muy joven

Lo sé. Un bebé gato es una bola de pelo preciosa. Pero esa »bolita de pelo» necesita a su madre y hermanos durante sus primeros dos meses de vida (y mejor si son tres). En ese tiempo, va a aprender a comportarse como un gato, a jugar, e incluso a comer y beber de un comedero/bebedero viendo a su progenitora.

Si se separa demasiado pronto, es muy posible que termine teniendo problemas de comportamiento. Por ejemplo, si lo llevamos a casa con un mes o menos, no va a saber cómo ser un felino porque no va a estar con ninguno que le enseñe. De hecho, es por este motivo por el que se aconseja adoptar a dos hermanos antes que a uno solo, pero solo si tienen dos meses o más.

En el caso de que nos encontremos a un gatito huérfano, lo ideal sería mirar de conseguirle una madre adoptiva, pero como esto a menudo es muy difícil, siempre tendremos la opción de acoger a otro para que se hagan compañía mutuamente.

No dejarle ser un gato

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Cuando lo llevamos a casa tenemos que tener muy claras las necesidades que tiene. Es decir, tenemos que saber que un gato araña, muerde, salta, maúlla, y que tiene su propio carácter. El error más grave para mí es tratar de modificar su comportamiento para que se adapte al nuestro.

Si no queremos que destroce los muebles, por ejemplo, lo que podemos hacer es proporcionarle rascadores u objetos que sí pueda arañar. Debemos de darle alternativas para que pueda ser y desarrollarse como lo que es: un felino. Ni más ni menos.

Humanizarle

Esto tiene relación con el punto anterior, pero vamos a hablar de ello. Queremos al gato, y queremos protegerlo. Cuando es un cachorro es inevitable pensar que es un bebé, con su carita dulce y sus gestos enternecedores. Y cuando crece, seguimos viéndolo como »nuestro niño». Y está bien, pero se convierte en un error en cuanto lo vestimos, o en cuanto pensamos que hace algo para enfadarnos. El felino no necesita ropa (a no ser que sea un gato sin pelo viviendo en una zona fría, claro está).

Si tiene frío, lo mejor que podemos hacer es dejar que se acurruque junto a nosotros, o que se tumbe bajo las mantas. Pero vestirlo no tiene ningún sentido, ya que además le va a hacer sentir muy incómodo. Por otro lado, el gato es incapaz de hacer cosas para herirnos. Si por ejemplo se orina en la cama, o nos muerde, es nuestra obligación averiguar el por qué. El estrés, la ansiedad, y la depresión, también son propios de los gatos, especialmente de aquellos que viven en lugares donde no se les proporcionan los cuidados que necesitan.

No darle los cuidados que precisa

Desde el primer momento en el que lo acogemos, nos comprometemos a cuidarle durante toda su vida. Esto significa que tenemos que llevarlo al veterinario cada vez que sea necesario para vacunarlo, desparasitarlo, castrarlo y cada vez que sospechemos que está enfermo o que le duele algo. Además, tenemos que darle comida para gatos que sea de calidad, así como proporcionarle agua limpia a diario. Pero esto no es todo.

Un gato feliz no solo precisa tener cubiertas sus necesidades físicas, sino también las mentales. Y para eso debemos de dedicar tiempo a conocerle, a saber cuándo y cómo quiere que lo acariciemos, cuál es su juguete favorito, dónde y con quién quiere dormir… Todos estos detalles nos serán de gran ayuda para construir una relación sana y preciosa con nuestro querido felino.

Acogerlo por capricho

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Por último y no menos importante, un error muy grave es cuando acogemos a un gato por puro capricho. »Mi hijo quiere uno», »me apetece tener uno de esta raza», »se lo voy a regalar a mi hermana por su cumpleaños»,… Seguro que algo de esto te suena. Es muy triste, pero muchos de esos gatos »regalados» o »gatos-capricho» acaban en la calle en cuanto dejan de ser dulces bolitas de pelo.

Es estupendo cuando regalas uno a alguien que sabes que lo va a cuidar y se va a preocupar de él durante toda su vida, pero de verdad evitemos esto. Frenemos el abandono de animales. Si quieres convivir con un felino, sopesa antes los pros y los contras, porque conlleva una responsabilidad y un compromiso que va a cambiar tu vida. Solo espero que sea para bien.


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