Tenemos en casa a un miembro de la familia de los felinos (o a varios). No solemos pensar mucho en ello, pues lo cierto es que a veces se comportan de una manera muy extraña, divertida incluso; además, nadie se imagina a un tigre jugando con el agua, ¿no? Bueno, quizás sí. Y es que se parecen mucho más de lo que creemos.
Vamos a ver en qué se parecen los gatos domésticos y los salvajes.
A lo largo de la evolución, cada especie se ha ido adaptando a su hábitat. Por ello, hay especies que son más grandes que otras, pero lo cierto es que todas ellas se asemejan mucho.
- Son cazadores: la naturaleza quiso que fuesen animales depredadores, por lo que les dotó de una estructura ósea específica para ello.
- Son carnívoros: es cierto que nuestro gato no va a necesitar cazar, pero su dieta, al igual que la de los otros felinos, es carnívora.
- Tienen uñas retráctiles: esto significa que pueden esconderlas y sacarlas cada vez que lo necesiten. El único que no puede hacer esto es el guepardo.
- Son territoriales: mucho no, muchísimo. Les puede llegar a costar mucho aceptar a otro, pero los gatos domésticos, con un poco de ayuda por parte del humano, puede llegar a conseguirlo.
- Son genéticamente muy parecidos: hasta el punto de que el tigre comparte el 95.6% de su ADN con el peludito que tenemos en casa. Increíble, ¿verdad?
- Camuflaje: el gato presenta una gran variedad de colores: negro, marrón, atigrado… Estos colores les sirven de camuflaje, al igual que al resto de los felinos.
- Despertarse al amanecer y dormir el resto del día: esto es lo que hacen todos los felinos. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta tenemos que irnos a los hábitats de los felinos salvajes. Allí, ellos tienen más posibilidades de cazar por la mañana temprano y por la noche, y no tanto durante el día.
Así pues, tenemos a un pequeño gato tigre en casa. Interesante, ¿no te parece? 🙂