El parásito Toxoplasma gondii ha cobrado protagonismo en los últimos tiempos debido a los nuevos hallazgos sobre sus efectos y formas de transmisión. Los gatos, conocidos como hospedadores principales de este microorganismo, juegan un papel clave en su ciclo vital y transmisión, afectando tanto a otros animales como a los humanos. En esta noticia analizamos las últimas investigaciones y recomendaciones para evitar riesgos asociados, especialmente en los colectivos más vulnerables.
Existen múltiples vías por las que Toxoplasma gondii puede llegar a las personas y a los propios gatos domésticos. El consumo de carne cruda o poco cocinada, vegetales mal lavados y el contacto con heces de gatos infectados se sitúan entre las principales rutas de contagio, lo que ha motivado nuevas advertencias por parte de expertos en salud pública.
Impacto del parásito en el cerebro: alteraciones y riesgos para la salud
Recientes investigaciones han demostrado que Toxoplasma gondii es capaz de alterar la función cerebral tanto en animales como en humanos. Un estudio publicado en una prestigiosa revista científica ha revelado que el parásito reduce la producción de vesículas extracelulares en neuronas, unos elementos clave para la comunicación entre las células cerebrales. Esta alteración puede comprometer el equilibrio neuroquímico y favorecer trastornos neurológicos.
La inmunóloga Emma Wilson señala que incluso una pequeña cantidad de neuronas infectadas puede desencadenar desajustes en la comunicación cerebral. Además, el parásito modifica la actividad de células de soporte neuronal, lo que se asocia a un aumento en las señales inmunitarias y a una menor capacidad para eliminar el exceso de glutamato, un neurotransmisor vinculado a la aparición de convulsiones.
El problema se agrava en personas con defensas bajas, ya que el sistema nervioso puede ser más vulnerable a la acción de este microorganismo. No obstante, se estima que una parte considerable de la población mundial ha estado expuesta al parásito, aunque en muchos casos sin síntomas evidentes.
Riesgo de transmisión: alimentos, higiene y el papel de los gatos
Un estudio a gran escala realizado en Europa ha puesto en evidencia el riesgo de transmisión de Toxoplasma gondii a través de alimentos que suelen considerarse seguros. Los vegetales procesados y listos para consumir, como las ensaladas de bolsa, también pueden estar contaminados. En la investigación se encontró que una de cada 25 bolsas analizadas contenía el parásito, por lo que se insiste en la importancia de lavar siempre estos alimentos, incluso cuando el envase indique que están listos para el consumo.
No basta con pasar las verduras bajo el grifo; según especialistas, el parásito resiste al agua, vinagre y limón. La recomendación más eficiente es desinfectar con lejía apta para alimentos siguiendo las indicaciones de seguridad (una cucharada por litro de agua o cinco gotas si es concentrada).
Por otra parte, los gatos pueden excretar en sus heces los huevos del parásito, sobre todo si cazan o consumen carne cruda. La manipulación de areneros y la limpieza de cajas de arena deben hacerse con precaución, usando guantes y lavándose bien las manos tras la tarea. Todo esto sin caer en alarmismos ni estigmatizar a los felinos, que forman parte de la vida de muchas familias sin representar necesariamente un peligro si se siguen prácticas higiénicas básicas.
Nuevos hallazgos: infertilidad masculina y afectación de órganos reproductivos
Más allá de los efectos neurológicos, investigaciones recientes apuntan ahora a su relación con problemas de fertilidad masculina. Científicos de varios países han comprobado que, en laboratorio, el contacto entre Toxoplasma gondii y espermatozoides humanos puede provocar que las células reproductoras sufran daños estructurales graves, como la pérdida de su cabeza —es decir, la parte donde se concentra el material genético y la maquinaria necesaria para fertilizar el óvulo—.
En pruebas de laboratorio, más del 22% de los espermatozoides expuestos al parásito quedaron decapitados en cuestión de minutos. Aunque estos resultados se han observado in vitro y en estudios con ratones, abren la puerta a futuras investigaciones sobre su impacto real en humanos, especialmente en varones inmunodeprimidos o con problemas previos de fertilidad.
Por el momento, la comunidad médica recomienda mantener la cautela y continuar investigando, pero no descarta que casos similares puedan ocurrir en varones sanos. Los hallazgos refuerzan la importancia de extremar la higiene en la preparación de alimentos y el contacto con animales.
Prevención y pautas para reducir el riesgo
La forma más efectiva de evitar la infección por Toxoplasma gondii pasa por unas sencillas medidas de prevención. Entre ellas:
- Cocinar bien las carnes y evitar el consumo de productos de origen animal poco cocinados.
- Lavar exhaustivamente frutas y verduras, incluso las que se comercializan como «listas para consumir».
- Utilizar productos desinfectantes adecuados para eliminar el parásito de superficies y vegetales.
- Emplear guantes y mascarilla al limpiar areneros o manipular tierra de jardín que pueda estar contaminada.
- Lavarse bien las manos tras tocar cualquier material potencialmente infectado.
En mujeres embarazadas y personas inmunodeprimidas, estas precauciones cobran especial relevancia, ya que el parásito puede causar daños graves al feto o agravar enfermedades preexistentes.
Aunque la mayoría de personas expuestas al parásito no desarrollan síntomas o solo sufren molestias leves similares a una gripe, los colectivos más sensibles deben consultar con un profesional de la salud para seguir las pautas más adecuadas y, en caso de infección, recibir el tratamiento oportuno.
La presencia del parásito en gatos y su capacidad para pasar desapercibido en la vida cotidiana subrayan la importancia de la información y la prevención. Seguir buenas prácticas de higiene y atender las recomendaciones científicas permite disfrutar de la convivencia con estos animales minimizando riesgos para la salud humana y felina.