La displasia de cadera en gatos es una enfermedad articular que, aunque menos frecuente en felinos que en perros, puede afectar gravemente la movilidad y calidad de vida de nuestro gato. Esta patología se produce cuando la articulación de la cadera no se desarrolla correctamente, lo que con el tiempo genera dolor, inflamación y problemas de movilidad.
Aunque la displasia de cadera tiene un fuerte componente genético, también pueden influir otros factores como la alimentación, la obesidad o el tipo de actividad física. En este artículo te explicamos en detalle cómo reconocer los síntomas, qué pruebas médicas se requieren para su diagnóstico y cuáles son los tratamientos recomendados.
¿Qué es la displasia de cadera en gatos?
La displasia de cadera es una enfermedad de origen genético que afecta la articulación de la cadera, provocando una mala unión entre el acetábulo y la cabeza del fémur. A medida que el gato crece, esta falta de congruencia en la articulación provoca inflamación, desgaste del cartílago y, en los casos más graves, artrosis.
Si bien cualquier gato puede padecer displasia de cadera, ciertas razas tienen mayor predisposición, como:
- Maine Coon
- Persa
- British Shorthair
- Scottish Fold
- Ragdoll
A diferencia de los perros, en los felinos los sintomas pueden ser más sutiles, lo que dificulta su detección temprana por parte de los propietarios.
Síntomas de la displasia de cadera en gatos
Los signos clínicos de la displasia de cadera en gatos pueden variar en intensidad dependiendo de la gravedad del problema. Algunos de los principales síntomas son:
- Disminución de la actividad física: el gato deja de jugar, correr o saltar como antes.
- Cojera intermitente o permanente: puede notar que su mascota camina con rigidez o con dificultad.
- Dolor al moverse: el gato puede quejarse o evitar ciertos movimientos.
- Atrofia muscular: los músculos de las patas traseras pueden verse debilitados por el menor uso.
- Posturas inusuales: algunos gatos arquean su espalda para redistribuir el peso y evitar el dolor.
En casos más avanzados, el felino tendrá problemas para levantarse, subir escaleras o incluso para hacer sus necesidades en la caja de arena.
Diagnóstico de la displasia de cadera en gatos
Debido a que los gatos tienden a ocultar el dolor, la displasia de cadera puede pasar desapercibida durante bastante tiempo. Para confirmarla, el veterinario realizará una serie de pruebas:
- Examen físico: palpación de las caderas para detectar sensibilidad o irregularidades.
- Pruebas de movilidad: evaluación de la flexión y extensión de las articulaciones.
- Radiografías: permiten visualizar la estructura ósea y determinar el grado de subluxación.
- Prueba de Ortolani y Barlow: maniobras específicas para evaluar la estabilidad de la cadera.
Realizar un diagnóstico temprano es crucial para empezar a aplicar medidas que ayuden a frenar la progresión de la enfermedad.
Tratamiento de la displasia de cadera en gatos
El tratamiento dependerá de la gravedad de la displasia y del nivel de dolor que experimente el gato. Existen varias opciones terapéuticas:
Tratamiento conservador
Para los casos leves, el manejo puede incluir:
- Control del peso: evitar la obesidad reduce la carga sobre las articulaciones.
- Ejercicio moderado: mantener activa la musculatura sin forzar demasiado las caderas.
- Suplementos articulares: glucosamina, condroitina y omega-3 pueden ayudar a mejorar la salud articular.
- Analgésicos y antiinflamatorios: medicamentos como el meloxicam pueden aliviar el dolor.
- Fisioterapia: en algunos casos, sesiones de masajes o ejercicios específicos pueden mejorar la movilidad.
Tratamiento quirúrgico
Cuando el dolor es intenso y el gato no responde al tratamiento conservador, el veterinario puede recomendar cirugía:
- Osteotomía de la cabeza del fémur: se retira la cabeza del fémur para eliminar el roce doloroso.
- Prótesis de cadera: reemplazo total de la articulación por una prótesis artificial.
Ambos procedimientos requieren un seguimiento postoperatorio y sesiones de rehabilitación para asegurar una recuperación adecuada.
Con un diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado, un gato con displasia de cadera puede llevar una vida plena y sin dolor. Si notas que tu gato presenta algunos de los síntomas mencionados, no dudes en acudir al veterinario para una evaluación completa.