

El gato cuando llega a casa por primera vez puede que haya tenido la suerte de haber estado en una protectora de animales donde lo hayan cuidado con cariño, pero una vez que pasa a formar parte de una familia hay una serie de cosas que tiene que aprender, del mismo modo en que sus cuidadores tienen que respetar sus límites para que todo vaya bien. Tratarlo con calma y preparar el entorno marcará la diferencia.
Así pues, es importante saber cuándo empezar a educar a un gato, pues si no hiciéramos nada es probable que el hogar pasase a ser un lugar donde los problemas surgirían con rapidez.
Lo primero y más importante que tenemos que tener en cuenta es que el gato es un miembro de la familia más. Con esto quiero decir que siempre debemos tratarlo respetando al animal (felino) y también a nuestro amigo (Félix, Susty, o como le hayamos llamado). Ambos (animal y amigo) forman un sólo individuo que tiene necesidades propias de su especie (arañar, maullar, cazar) y también las suyas propias (pasar más tiempo con un humano y no con los demás, tomar el sol por la mañana, etc.).
Si partimos de esto, el adiestramiento podrá empezar (y de hecho, debería hacerlo) el primer día que llega a casa. ¿Por qué? Porque es importante que el gato aprenda cuanto antes a que puede satisfacer sus necesidades tanto felinas como individuales en su nuevo hogar. Es por eso por lo que es preciso comprar rascadores y juguetes antes de que el animal pase a formar parte del núcleo familiar, pues así al pisar el suelo por primera vez sabrá (y si no, se le puede enseñar) que puede afilar sus uñas en el rascador y cazar juguetes. La constancia diaria será la clave.

Cuándo empezar: ventanas de aprendizaje y socialización
La educación puede iniciarse desde el primer día en casa, y en gatitos existe una ventana especialmente receptiva entre las primeras semanas de vida. En ese periodo, presentan una enorme plasticidad para asociar estímulos con consecuencias. Aun así, los gatos adultos también aprenden si trabajamos con refuerzo positivo, sesiones breves y expectativas realistas.
Preparar el hogar y la bienvenida
Antes de su llegada, acondiciona la casa para que encuentre un entorno seguro y estimulante:
- Retira peligros: medicamentos guardados, cables sujetos o protegidos, ventanas y balcones asegurados, tapas de cubo e inodoro cerradas, rincones donde pudiera quedar atrapado.
- Básicos que no deben faltar: comida y agua fresca en cuencos estables, arenero accesible (en casas grandes, mejor más de uno), rascadores variados, juguetes para juego autónomo y contigo, peine suave, lugares altos y escondites, y un transportín que permanezca abierto para que lo explore sin miedo.
Cuando llegue, llévalo a su habitación preparada, abre el transportín y deja que explore a su ritmo. Esconderse reduce el estrés; ofrécele trocitos sabrosos, un tono de voz amable y juega con una caña. La adaptación puede tardar de varias semanas a meses, sin forzar.
Rutinas básicas desde el inicio
Tras el periodo de adaptación, establece rutinas diarias que le aporten seguridad:
- Estimulación física: sesiones de juego con cañas o pelotas y opciones para moverse cuando esté solo.
- Estimulación mental: túneles, cajas, juguetes de inteligencia y pequeñas búsquedas de comida.
- Higiene y manejo: cepillados cortos y suaves, tocar patas, orejas y boca para facilitar revisiones veterinarias.
- Vínculo y cariño: momentos de calma, caricias y descanso cercano que refuercen la confianza.
Refuerzo positivo y clicker: cómo enseñar órdenes y hábitos
Los gatos aprenden por asociación y repetición. Premia con golosinas, caricias o juego justo después de cada acierto. Las sesiones, de 5-10 minutos, mejor antes de las comidas para aumentar la motivación. Puedes entrenar «ven», acudir al transportín, subir a un taburete o tocar la mano con la nariz. El clicker ayuda a marcar el instante exacto del buen comportamiento y acelerar el aprendizaje.
Límites sanos: mordiscos, arañazos y mesa

Independientemente de la edad que tenga, es necesario hacerle entender que no puede usar sus garras ni dientes para hacernos daño. Pero no con gritos ni malos tratos, sino con paciencia y golosinas. Cada vez que tenga intención de mordernos y/o arañarnos, lo que tenemos que hacer es detener el juego y esperar a que se calme para luego darle un premio. Redirige a un juguete y evita jugar con manos y pies.
Asimismo, si no queremos que se suba a la mesa, si vemos que tiene intención de subir le diremos »Quieto» (firme pero sin gritar) y le advertiremos con la mano que no puede subirse. Si se porta bien, le daremos una golosina; y si termina subiéndose, lo bajaremos y lo volveremos a intentar la próxima vez. Un «no» claro y consistente funciona mejor que levantar la voz; nunca castigues físicamente.
Arenero y rascador: dos pilares de la convivencia

¿Y si es adulto? Paciencia, entorno y coherencia
Preguntas frecuentes esenciales
¿Cuánto come un gatito de 2 meses? Varias tomas pequeñas al día con alimento para gatitos rico en proteína y grasa. Si baja el apetito, consulta.
¿Cada cuánto usa el arenero? Varias veces al día, sobre todo tras comer, jugar o despertar, si la bandeja está limpia.
¿Es normal que sea muy activo? Sí, la curiosidad y el juego son señales de desarrollo sano.
¿Cuándo ir al veterinario? Revisión temprana para desparasitar y establecer su plan vacunal.
¿Se puede bañar? Solo si es necesario, con agua tibia y champú específico; sécalo muy bien.
¿Por qué muerde y araña? Forma parte del juego y de practicar la caza; redirige a juguetes y detén el juego si hace daño.
¿Cuánto duerme? Entre 16 y 20 horas en gatitos; el sueño favorece el crecimiento.
¿Puedo dejarlo solo? Periodos cortos con entorno seguro, comida, agua, arenero y juguetes interactivos.
¿Qué juguetes son adecuados? Pelotas, ratoncitos, cañas y juguetes que estimulen la caza sin riesgos.
¿Cómo introducirlo a otros animales? De forma gradual y supervisada, creando asociaciones positivas con premios.
¿Necesita suplementos? Con dieta completa de calidad, no suelen ser necesarios salvo indicación veterinaria.
Educar a un gato es un proceso amable y estratégico: prepara el entorno, establece rutinas, refuerza lo que te gusta, redirige lo que no y mantén la paciencia. Con coherencia diaria, tu felino integrará hábitos saludables y disfrutará de una convivencia tranquila y enriquecedora en tu hogar.
