El gato montés, del cual proviene el gato doméstico, es uno de los pequeños felinos que aún podemos encontrar en los bosques de Europa, Asia y África. Debido al parentesco genético, se puede reproducir con los peludos que han sido abandonados.
Sepamos cómo es un gato montés.
El gato montés, cuyo nombre científico es Felis silvestris, es un pequeño peludo atigrado que pesa alrededor de 3kg (las hembras) y de 6kg (los machos). Tienen un cuerpo robusto, de color pardo grisáceo con rayas casi negras. Las patas y su cola son algo más anchas que las de sus parientes caseros. El pelaje es espeso para que pueda protegerse de los fríos inviernos. El carácter de este animal es muy parecido al que tienen los gatos domésticos que no han tenido nunca contacto con humanos; es decir, son independientes, muy territoriales y esquivos.
Su territorio abarca cerca de 2km2, y va a hacer lo que sea para protegerlo, dejando su rastro para que los demás no puedan entrar.
El gato montés es un animal solitario, pero durante la época de celo los machos pueden acercarse a las granjas en busca de pareja. Por lo demás, una vez que la gata queda embarazada, es ella la que debe cuidar sola de los gatitos hasta que aprendan a cazar y a valerse por sí mismos (normalmente, a los 9 meses la madre se separa de ellos, pues tan sólo un mes más tarde sus órganos reproductivos terminarán de madurar). Y, por cierto, ¿sabes qué comen? En efecto, lo mismo que los gatos domésticos en estado salvaje: roedores, pájaros, anfibios.
La esperanza de vida de estos bellos gatos es de unos 10 años, pero pueden alcanzar los 15. Son animales magníficos y muy difíciles de ver, pero esto no debe engañarnos: afortunadamente, no están en peligro de extinción, y de hecho están protegidos por la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).
Si alguna vez tienes oportunidad de ver uno, no dudes en hacerle una foto 🙂 .