Puede resultar un tanto extraño este título, ya que a fin de cuentas, todos los gatos son muy juguetones ya de por sí… ¿O quizás no? Bueno, lo cierto es que hay algunos que son más tímidos a los que les cuesta hacer otra cosa que no sea comer, beber, dormir y tratar de pasar desapercibido. Especialmente si es un animal recogido de la calle o de un refugio, puede mostrarse muy desconfiado al principio. Tanto, que lo más probable es que nos preguntemos precisamente cómo hacer jugar a un gato.
Para ayudarle, hay que ir poco a poco. Es importante primero hacerle ver que no le vamos a hacer ningún daño. Pero claro no entiende nuestro idioma, por lo que no nos quedará más remedio que usar el lenguaje gatuno.
Es fundamental conocer cuáles son las señales de afecto de los gatos para que, desde ya, nuestro amigo entienda lo mucho que le queremos. Si es muy desconfiado, quizás no nos deje acariciarle, así que no lo haremos (ya habrá tiempo para ello). Lo que sí que es muy recomendable hacer es mirarlo con los ojos entrecerrados, que es una manera de decir que puede sentirse seguro con nosotros, que no le haremos nada malo.
Hay que evitar ir directamente hacia él, pues se sentiría incómodo. En el lenguaje felino, si vas directamente hacia uno, haciendo una línea recta, es señal de amenaza, por lo que hay que dirigirse a él haciendo una línea curva. Tampoco se debe de insistir mucho: con dos o tres veces al día es más que suficiente. Poco a poco, irá entendiendo que ha llegado a un hogar seguro, que será cuando se acerque a su humano, ya sea para jugar o para que lo acaricie.
Cuando veamos que se siente más tranquilo, podremos empezar a invitarle a jugar. Así pues, nos sentaremos a su altura con una cuerda en mano que iremos moviendo de un lado a otro. Si no hace caso, podemos untarla un poco (sólo un poco) con salsa de pienso húmedo para gatos o con catnip: así seguro que no se resiste.
Más adelante, cuando juegue con la cuerda, se le podrá dar pelotas con las cuales se lo pasará estupendamente. 😉