Desde que el gato pasó a convivir con los humanos en sus casas, la relación entre ambos se ha ido estrechando cada vez más. Al hacerlo, el peludo ha ido acostumbrándose a nuestras costumbres, algo insólito teniendo en cuenta que se trata de un felino y que ellos siempre intentan mantenerse alejados de las personas.
Los problemas de convivencia, por supuesto, surgen, de ahí que las personas hayan tratado, y estén tratando todavía, de moldear el carácter de estos animales para transformarlos en seres cada vez más sociales. Pero, ¿sirven de algo los castigos para gatos?
Quién más quién menos sabe cómo se castigaban antes a los gatos: dándoles con un periódico cuando no era con la mano, pulverizándolos con agua, o incluso restregándoles la boca por sus necesidades cuando las hacían en lugares que no tocaba con el fin de enseñarles que ahí no tenían que hacerlas. Bueno, ¿sirven de algo? Lo cierto es que sólo sirven para que el gato tenga miedo.
El felino no entiende el castigo como lo entenderíamos nosotros, entre otras cosas porque a menudo se le castiga cuando ya ha pasado mucho tiempo después de que hiciera algo mal. Además, no se puede aprender nada cuando te intentan enseñar con algo que de por sí te asusta o te da miedo, como les da miedo el agua los gatos. Lo podrás asustar, pero difícilmente lo enseñarás a portarse bien así.
Así que, ¿cómo castigarlo? O, mejor dicho, ¿cómo enseñarle a portarse bien? Siempre respetando al animal, y entendiendo por qué hace lo que hace. Puede que esté aburrido y trate de llamar tu atención para que pases tiempo con él, o puede que sea un cachorrito inquieto que necesite un rascador para poder afilar sus uñas. En caso de duda, puedes buscar información en este mismo blog, o dejarnos tu comentario 😉 .