El acicalado del gato

Si hay algo que vemos mucho todos los que convivimos con un gato (o con varios) es que se asea casi cada dos por tres: después de comer, después de levantarse de la siesta, después de que lo acariciemos, después de ser acariciado por otro humano,… No quiere estar sucio, por ello se asea constantemente.

El acicalado del gato es una conducta que desde siempre nos ha llamado mucho la atención, pues si bien entendemos que quiera estar limpio, este animal parece tener obsesión por la higiene personal.

El acicalado es una conducta instintiva. Al ser el gato un animal depredador, no debe de desprender ningún olor que pueda alertar a sus víctimas. Y eso es algo que sabe muy bien la mamá gata. Nada más nacer sus crías, las limpia a consciencia, al mismo tiempo que les estimula la respiración. Además, también lo hace para que puedan hacer sus necesidades, ya que los gatitos tan pequeños no saben hacerlas por sí solos.

Cuando cumplen tres semanas de vida, empiezan a imitar a su madre. Al principio son un poco torpes, lo cual es normal teniendo en cuenta que su cuerpo todavía se está desarrollando, pero poco a poco se convierten en grandes maestros del acicalamiento gatuno, llegándose a todas las partes del cuerpo. Sí, sí, a todas. Las únicas partes donde tienen más problemas son la cabeza y el cuello, pero para eso se ayudan de su antebrazo, el cual primero humedecen con su saliva para luego acicalarse.

Pero, ¿les sirve de algo más el acicalamiento? Por supuesto. La lengua de los gatos tiene como diminutos ganchos gracias a los cuales pueden quitarse el pelo muerto así como algunos parásitos del pelaje. Y no sólo eso, sino que también sirve para fortalecer la relación entre gatos, entre gatos y perros (u otros animales peludos), y entre gatos y animales humanos.

Así que ya sabes, si te lame la cara, las manos o el cabello, estás de enhorabuena, pues te considera como uno de los suyos 🙂 .